Los Topos by Jesús Torbado & Manuel Leguineche

Los Topos by Jesús Torbado & Manuel Leguineche

autor:Jesús Torbado & Manuel Leguineche [Torbado, Jesús & Leguineche, Manuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1977-01-01T05:00:00+00:00


Me cortaba el pelo un primo hermano mío, que si el cariño de un hermano puede ser más fuerte que el nuestro yo digo que eso es mentira. Afeitarme lo hacía yo solo. La limpieza de la casa no la hacía. Yo no soy un afeminado, soy muy masculino. Comíamos todos juntos, yo lo preparaba todo, el desayuno, el almuerzo, la comida, la cena. Preparo platos muy condimentados, y hago maravillas con las almejas y con el gazpacho. Casi siempre después de almorzar y cenar, con la puerta atrancada jugábamos a los naipes, como ya digo. ¿El rosario? ¡Ni la aurora! Luego me iba a dormir a la habitación de arriba o al ataúd según los casos.

No disponía de reloj en mi escondrijo, nunca lo he tenido. Para las horas me guiaba por mi hermana, además, desde la cuadra el reloj del pueblo se escucha perfectamente. Me levantaba matemáticamente entre siete u ocho para abrir la puerta de la casa, según el tiempo que hiciese así era la hora en que lo hacía. En invierno más tarde, en verano más temprano. Los triunfos del Real Madrid en la Copa de Europa me impresionaron muy poco aunque seguía de cerca toda la actualidad, el fútbol, la guerra de Biafra, la del Vietnam, la de Oriente Medio. Después de la guerra, los franceses son aliados de los americanos, y los americanos de los ingleses, salvo China y Rusia que son enemigos, yo creo que todos son aliados y son todo uno. Yo me conformaba y conformo con poco. Ahora el personal se vuelve loco para amontonar millones. Prefiero mi vida en el campo y espero morir aquí, en el campo, en la tierra en que nací. No quiero ir a Madrid, las capitales llevan una vida muy loca, alborotada, todo el mundo corre para hacer millones, mientras a otros sólo les llega para malvivir. Además, de la ciudad llegan las aberraciones como los chavales de pelo largo que yo lo que hacía era tijeretearlos y pelarlos. Prefiero, la verdad, las chavalas de falda corta que se pasan el día bailando el yeyé.

A pesar de todo lo que digo, yo creo que la gente ahora va más a misa que antes. Hay misa a la madrugada, por la mañana, al mediodía, por la tarde, por la noche y a todas horas hay misa. Así no hay manera que se condene nadie, con las facilidades que dan los curas. Yo no voy a misa, pero reconozco que visito a la Virgen, patrona del pueblo. No dudo que haya cielo, como dicen. Yo lo creo que lo hay. Yo creo que alguna cosa invisible hay, porque el mundo por medio de algún eje debe girar. Se diga lo que se diga, aunque de vez en cuando al enfadarse eche alguna blasfemia, algo invisible hay. El movimiento se ve arriba, en el cielo. Yo le daba vueltas a esto desde mi cuadra cuando rompía la tormenta. Anoche mismo, sin ir más lejos, se vieron los candilazos, los relámpagos.



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